miércoles, 8 de septiembre de 2021

Centenario de Carmen Laforet


Carmen Laforet nació un día 6 de septiembre de 1921, en Barcelona, se cumplen 100 años de su nacimiento .  A los dos años se fue a vivir a Las Palmas y tuvo dos hermanos. Sus padres trabajaban de profesores. Su madre falleció y su padre se casó de nuevo. No se llevaba bien con la madrastra así que decide volver a Barcelona dónde comienza a estudiar y a escribir. Allí conoce a su marido Manuel Cerezales. Muy joven tuvo éxito gracias a su libro "La Nada" que le dió el premio Nadal y con el que recibió muchos elogios de escritores como Juan Ramón Jimenez, Azorin y Ayala. Mas tarde escribe otros libros tales como la isla y los demonios, la mujer nueva, tres pasos fuera del tiempo, al volver la esquina, la llamada pero ya no fue igual, no superaron al primero. Puede deberse a que su marido no quería que escribiera sobre cuestiones personales, sólo sobre viajes y que estos no le interesaran igual a los lectores, o que mostrara menos pasión al tener que ser menos natural, o le llevaba más tiempo poner en orden las ideas, pensamientos y reflexionar porque con el tiempo sus vivencias cambiaron y se casó, fue madre, tuvo hijos y no pudo contemplar esto. 

En su libro "Nada" nos revela los impedimentos que la llevaron a ser feliz, los problemas de su infancia, el trato con su madastra, y la falta de libertad en una sociedad franquista. Se refiere al tipo de mujer que se buscaba abnegada, sacrificada y sumisa y expresa la necesidad de comunicarse.

Tuvo cinco hijos y compaginaba sus tareas de la casa y como madre con la escritura. Al tener familia numerosa necesitaba dinero para el bienestar de la misma e inspirarse y escribir a la vez le resultaba duro, le faltaba tiempo pero nada le impidió hacerlo y pudo desarrollar sus tareas a la vez. Para ella escribir era liberarse y empezó a viajar. Desde joven conoció lo mejor y lo peor de ser escritora. Cuando viajó a USA conoció a Ramón Sender con el que se dice que tuvo una relación epistolar, lo que significa que mantenía contacto por medio de cartas, correspondencia como escritora pero a la vez revelaba sus miedos e inseguridades, sus silencios y resentimientos, su fobia social. Más tarde las publicó junto a él en lo que llamó "El epistolario" bajo el titulo "Puedo contar contigo" (destino). Se recoge en el mismo el espíritu de la amistad, lo que constituye la comunicación entre los humanos y la enorme ayuda que representa, no obstante se dice en un artículo de prensa que el enorme amor que ella sentía por la libertad la hizo superar su situación.

Estaba pasando un momento duro cuando escribió las cartas, una situación personal dificil y complicada, se acababa de separar de su marido y no tenía estabilidad económica. El machismo de la época también la hizo vivir momentos duros dónde se la ponía entre la espada y la pared, sí prefería cuidar y atender a sus hijos o escribir. Se vió envuelta en un mundo lleno de envidias, de rencillas y de enemistades, ella no quiso entrar en ese mundo así, lo encontraba violento y bélicoso, y aseguraba que la encontraban enemiga de todos pero no le importaba, era consciente de la mediocridad del entorno. Además del tema político estaba el religioso, ella era una mujer que no le preocupaba la religión pero fue bautizada en la infancia, recibió los sacramentos, era una mujer católica pero no practicante. Le gustaba Santa Teresa de Jesús, sin embargo tenía sus matices e ideas con la religión y con la política. Sender era su antítesis pero la apoyó y motivó a que escribiera.

Carmen Laforet era una mujer prudente y sensible y fue clave para abrir la sociedad de su época. Desde pequeña pudo hacer frente a lo más dificil, mostrar su calidad como persona y como escritora hasta que a la edad de 82 años falleció en Madrid  victima de Alzheimer.

Emilio Sanz nos deja unos pensamientos en un discurso que dió con motivo de un homenaje celebrado en Tánger en honor de la centenaria que dicen "unos seres nacen para vivir, otros para trabajar, otros para mirar la vida, y Carmen Laforet tenía un pequeño papel de espectadora" ese era su lugar en el mundo. Amplia que los lectores tenemos que estar agradecidos de esto, de su modo de ver el mundo. "Carmen o Andrea o ambas dentro de Nada, son la condensación natural y necesaria de una generación que rebosaba ganas de vivir. Una generación desvalida y sin rumbo establecido", querian apostar por un mundo nuevo, sin demasiadas expectativas, ni mucho escándalo, simplemente un poco menos nublado. Amplía que ya Bardém decía que pertenecia a la generación de "Nada", "ni chicha ni limoná" de "al pan pan y al vino vino" y así era Carmen Laforet, como una amiga íntima que hablaba claro, y que dió al mundo esperanza, que dignificaba el día a día, el mundo cotidiano del que todos nos sentiamos prisioneros, llena de comprensión, de humanidad pero con miedo a triunfar, a ser reconocida. Ella no supo aprovecharse de su éxito pero los demás sí. Era demasiado sincera como para soportar convertirse en un maniquí de escaparate. Era su voz una voz callada, libre y humana. Amplia que muchos se aprovecharon de esto y otros se levantaron en el discurso y abandonaron el lugar y entre ellos el propio corresponsal Jose Ramón Alonso que al levantarse no decidió alabar a la homenajeada sino arremeter contra la España representada, de él se dice que tiró la piedra y escondió la mano y dejó que otros hiciesen su trabajo, que el tono despectivo con lo que lo dijo que fue mas como una rabieta de niño contrariado resultando ser una burla basta y vulgar, y que no se sabe porque lo hizo, se piensa que o bien tenía antipatía al orador, o por motivos políticos, o por despecho a la mujer, en especial a Carmen Laforet, a la que había utilizado, creyendo y estando convencido que el lugar que ocupaba era gracias a sus propios méritos.

Juan Ramón Jimenez le envio una carta por la belleza tan humana de su libro, mucha parte de ella misma, que se la ve nutrirse, y como va saliendo y evolucionando en la vida.

En el prólogo del libro "Nada" Rosa Montero nos dice que es un cuento cruel, el cuento de la vida cuando se vuelve mala. Añade que es una novela autobiográfica  y que el mundo que describe Andrea es el de Carmen Laforet, que está cerca de la realidad vivida por ella. Quizás cuándo llegó a Barcelona fue así, tarde, y no la esperaba nadie, de noche pero no se asustó, para ella todo tenía encanto, estaba llena de vida. Llegaba con una maleta llena de libros, y ver la universidad la conmovió mucho, no así la casa de los patios y de la abuela y ellos mismos, la familia, los tíos, la forma de ser, todo desordenado y con aspecto descuidado y algo miserables en la forma de ser y dormía en un sofá de cama incómodo. Le parecían buena gente pero le impedian ser libre, la acaparaban todo el tiempo, no la dejaban ser ella misma, la manipulaban y utilizaban. Todo arrastra su misterio, es el frenesí de la vida, del hambre, del dolor, de las memorias y recuerdos que abrasan. Sorprende la novela porque aún escrita en el año 1944, el eje de la historia es una mujer, que decide ser libre, estudiar, escribir, era una mujer moderna y así hizo sus novelas, se hace fuerte a si misma, a la vez esa fuerza la hace ser testigo y carente de sentimentalismo y fantasía, bien por su infancia y la adolescencia pero se ve también una mujer rebelde por ser independiente, autónoma, con mucho sentido común, discernimiento y veracidad. Quizás aqui se nota que el sentimentalismo también hace jugar y juzgar malas pasadas por las adversidades a las que ella se siente sometida pero entiendo que esto no la hace incapaz de amar porque ella sabe lo que significa amar"el amor es algo más allá de una pequeña pasión o de una grande, es algo más... Es lo que traspasa esa pasión, lo que queda en el alma de bueno, si algo queda, cuando el deseo, el dolor, el ansia han pasado". Define en la novela a las amigas de la tía de Andrea o de su propia tía, mujeres que en el pasado han sido felices y que ahora eran seres desbaratados. "Eran como pájaros envejecidos y oscuros, con las pechugas palpitantes de haber volado mucho en un trozo de cielo muy pequeño". 

Lo bueno y lo malo, la libertad y la opresión se ven retratados en Nada, el disponer de los pensamientos, de las ideas, lo que siente Gloria y en cambio su cuñada la llama "la mujer serpiente" lo que sufre Juan y Román, las historias de la tía Angustias "no necesitarás nada cuando las cosas de la casa te agarren los sentidos" le dice, y añade "tu no dominarás tu cuerpo y tu alma, tu no... la amenaza...rezaré por tí" piensa que ella no sirve para rezar porque no comprende las locuras y las perdona. La forma que cree que se debe de educar "te hubiera dado palos de pequeña...las mujeres hemos sabido conservar la dignidad...me oyes como quién oye llover, infeliz...Todo esto la llevaba a necesitar humanidad, ese anhelo real que sentía de compañía humana, el ansia de paz y tranquilidad. ¿Quién puede entender los mil hilos que unen las almas de los hombres y el alcance de sus palabras?..No una muchacha como era yo entonces. Me tumbé en la cama, casi enferma. Recordé las palabras de la Biblia, en un sentido completamente profano: "Tienen ojos y no ven, tienen oídos y no oyen"... A mis ojos, redondos de tanto abrirse, a mis oídos, heridos de escuchar, había faltado captar una vibración, una nota profunda de todo aquello... «Ahora, viendo las cosas a distancia, me pregunto cómo se puede alcanzar tal capacidad de humillación, cómo podemos enfermar así, cómo en los sentidos humanos cabe una tan grande cantidad de placer en el dolor... 

La confesión de la madre de Ena y el significado de ser madre y la relación con los hijos como sinónimo de felicidad, de equilibrio, de no tener problemas y conflictos, de salud, de una vida bastante perfecta, con éxito, su sonrisa la hacía feliz, la ve así ¿Cómo voy a contar a un ser tan querido lo que hubiera podido decir en un confesionario, mordida de angustia, lo que le he dicho a usted misma?... Ena sólo me conoce como un símbolo de serenidad, de claridad... que es como normalmente se conoce a las personas. "Porque yo estuve enferma. Yo he tenido fiebre. Yo no he podido levantarme de la cama en algún tiempo; así era el veneno, la obsesión que me llenaba...¿Y este dolor de ser descubierta, destapada hasta los rincones más íntimos? Dolor como si arrancaran a tiras nuestra piel para ver la red de venas palpitando entre los músculos... A mí me estaba dando vergüenza escucharla. A mí, que oía diariamente los vocablos más crudos de nuestro idioma y que escuchaba sin asustarme las conversaciones de Gloria, cargadas del más bárbaro materialismo, me sonrojaba aquella confesión de la madre de Ena y me hacía sentirme mal. Era yo agria e intransigente como la misma juventud, entonces. Todo lo que aquello tenía de fracasado y de ahogado me repelía. El que aquella mujer contase sus miserias en alta voz casi me hacía sentirme enferma. Al mirarla, vi que tenía los ojos llenos de lágrimas. Pero ¿cómo voy a explicar a Ena estas cosas, Andrea?...Ena sólo me conoce como un símbolo de serenidad, de claridad... Sé que no soportaría que esta imagen que ella ha endiosado estuviera cimentada en un barro de pasiones y de desequilibrio. Me querría menos... Y para mí es vital cada átomo de cariño suyo. Es ella la que me ha hecho tal como yo actualmente soy. ¿Cree usted que podría destruir su propia obra?... ¡Ha sido un trabajo tan delicado, callado y profundo entre las dos! ...Y así, movida por un impulso compasivo —casi tan vergonzoso como el que se siente al poner una limosna en las manos de cualquier ser desgraciado con quien nos tropezamos en la calle—, arrimé aquel pedazo de carne mía a mi cuerpo y dejé que para alimentarse chupara de mí y así me devorara y me venciera, por primera vez, físicamente... »Desde aquel momento fue Ena más poderosa que yo; me esclavizó, me sujetó a ella. Me hizo maravillarme con su vitalidad, con su fuerza, con su belleza. Según iba creciendo, yo la contemplaba con el mismo asombro que si viera crecer en un cuerpo todos mis anhelos no realizados. Yo había soñado con la salud, con la energía, con el éxito personal que me había sido negado y los vi crecer en Ena desde que era una niñita. Usted sabe, Andrea, que mi hija es como una irradiación de fuerza y vida... Comprendí, humildemente, el sentido de mi existencia al ver en ella todos mis orgullos, mis fuerzas y mis deseos mejores de perfección realizarse tan mágicamente...Fue Ena la que me hizo querer a su padre, la que me hizo querer más hijos y —puesto que exigía ella una madre adecuada a su perfecta y sana calidad humana— quien me hizo, conscientemente, desprenderme de mis morbosidades enfermizas, de mis cerrados egoísmos... Abrirme a los demás y encontrar así horizontes desconocidos. 

Para finalizar os dejo otra frase del texto y comentar la profundidad del texto, y todo lo que revisten las relaciones humanas, la vida, y las mil renuncias de las mujeres, cuando se las pone entre la espada y la pared, como bien dice la frase"la fina urdimbre de la vida y las mil dulzuras del renunciamiento". El no querer ni dejarse sentir tóxica, ni acosada ni interesada y la importancia de la comprensión, de la humanidad, de la ternura, de la amistad. 

Las cuatro partes tan distintas de la vida de Carmen Laforet, por un lado la familia, con sus problemas y conflictos, por otro la universidad, los amigos, el descubrir ese otro mundo, y más tarde ya su vida de mujer, casada y con hijos y su oficio de escritora, y el poder compaginar y conciliar todo esto, siempre queriendo evolucionar como en "la mujer nueva" siendo fruto de su propia revolución, tanto interior como exterior y que quizás parece sencillo y lineal pero es siempre más complicado de lo que parece. 

Carmen Laforet era una mujer distinta a las de su época, quizás una protagonista radical, una mujer diferente que también se sale de la norma y se rebela contra lo establecido y que la hace ser "una mujer diferente, una mujer rara" a los ojos de los demás, formando así su identidad a través de las relaciones humanas y de la diferencia y no le importa.

...Y al revés de lo que les sucede a las otras personas, las más bellas realidades me han caído encima. He sido siempre tan feliz... 


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