El libro "El Randil. Memorias de un cetrero" está escrito por Manuel Navarro Calatayud. Trata del arte de "la cetrería", la aventura de los halcones.
La cetrería es un deporte que se practica con aves criadas en cautividad. Fue declarado Patrimonio cultural inmaterial de la Humanidad, lo que significa guardar el patrimonio no tangible por su importancia. El padre del autor junto con Félix Rodríguez de la Fuente, fue pionero y recuperó este deporte consiguiendo que se pudiera preservar. Este arte nos aporta además de tantas cosas el pensamiento que no es lo mismo cazar que matar, "caza pero no mates", nos decía ya Félix Rodriguez de la Fuente, afina los sentidos. A los halcones se recurre para mantener seguridad, se valoraba esta forma ancestral que regía para dar seguridad y espantar así aquellas todas alimañas que se metían por medio, entre otras cosas.
El libro comienza con una frase muy bonita firmada por el autor, que dice "El cetrero, ser superior para un pollo de halcón, trabaja para algún día, ser inferior a un alumno, ya maestro...para regalo de sus ojos".
Todo el libro tiene una gran carga emocional, un gran contenido poético de altura de miras, como lo son las aves, con conexiones internas, sentimientos, sensaciones y emociones que se entrelazan con pasajes de vida, aconteceres y todo tipo de vivencias.
Tanto el prefacio escrito por Pascual Iñiguez Gómez, pionero en este arte y primer cetrero como el prólogo de Andrés López Sánchez nos dejan ideas de "construirse a uno mismo", y de trabajar como dice la frase del autor, para algún día ser inferior al alumno, que honestidad, tener esa decencia, ese pudor, esa honradez.
De forma sincera nos dice que "cuando el afecto alcanza ciertas profundidades, la otra persona pasa a formar parte de tí mismo, lo que se llama -interiorizar-. Y eso, dada la calidad de nuestra relación es lo que nos ha ocurrido a estos dos soñadores cegados por la pasión de la cetrería. Aquí nos habla de la calidad de las relaciones y del afecto, lo que sienten las personas que sueñan con los mismos ideales, las mismas pasiones. Obviamente añade que "la principal proteína para que el talento se desarrolle es la autoconfianza, ya sea generada por uno mismo o estimulada por su entorno".
Leer esto me ha emocionado, te hacen sentir y llenar de satisfacción, seguir comprendiendo más y mejor.
Cómo dice el autor del prólogo "mi extraño papel en todo esto" pues yo no se cetrería, ni nada de ese mundo ni nunca soñé con metas altas y al igual que él desde niña devoraba saberes. Él lo hacía con el estudio de Félix Rodríguez de la Fuente y los halcones. Se sintió feliz siendo su amigo, del que dice que se fué feliz, querido y admirado.
Es aquí donde la lectora se siente sin saber nada de cetrería identificada, por esas elevadas palabras y haber aprendido como él nos dice siempre de grandes maestros y haber tenido así una vida envidiable porque que"te enseñen, te dejen construirte y aprender" no tiene precio. "La gente no se muere hasta que muere su recuerdo" Los grandes maestros siempre están ahí y no olvidados, son leyenda, son historia.
El autor del Randil nos dice que las buenas historias tienden a repetirse en el tiempo, tal vez al abrigo de otra piel, en los pasos de otras botas, pero con el alma común y eterna que solo se encuentra en las verdaderas pasiones. Es importante regresar al pasado auténtico para comprender mejor nuestra propia historia, entender mejor el espíritu de nuestros tiempos, conservar y preservar los valores esenciales de la vida.
"La tradición suele sobrevivir a las modas y a las necesidades inmediatas permitiendo la cruda sobrevivencia y vigencia del carácter, de esa forma de entender la vida". Quizás esto tiene que ver con el reto del perdedor, del que habla también el autor, del inseguro, de transformar los problemas en desafíos, lo cual se convierte en un problema de actitud, y por tanto de la cultura del esfuerzo, que algunos aceptan pero dónde muy pocos llegan y la mayoría se quedan en el camino.
Para la esencia pura sólo hay un camino para llegar pero 1000 para alejarse, nos dice una frase en el texto y "construirse a uno mismo gracias al esfuerzo, la voluntad y la dedicación es lo que forja la esencia humana.
El Randil busca
- La manera de explicar su mensaje
- La necesidad de transmitirlo como legado directo de esos maestros que se dejaron la piel
- Aportar datos, documentación
- Sacar el mayor rendimiento posible
No es fácil este reto para cada uno. Entiendo como nos dice que "ante la intensidad de la vida que le tocó vivir para llegar a la hora de escribir y a ordenar el significado que primero hay que vivirla, luego leerla y más tarde escribirla". Lo normal es como se hace, ir viviendo, leyendo y escribiendo porque entiendo que es la forma de ir aprendiendo, mejorando, cambiando y comprendiendo y así el que nace lechón no tiene por qué morir gorrino ni por maravillosos que sean los perros ser los mejores amigos del hombre. Los humanos teníamos que contemplar el significado profundo de la amistad, de confianza plena e incondicional, y entre nosotros no molestarnos, ni ofendernos, permitir ser como somos, vivir como queremos y como entendemos nuestra propia vida.
Que bonito es todo el libro, cuántas vivencias y saberes, y La Editorial "Agalir. Ediciones Solidarias", el estilo que tiene, el diseño de las portadas, el colorido, que elegante, que formas más bonitas. Ver el libro ya apetece tenerlo, leerlo y así todos los de la editorial "El Don de Imaginar las matemáticas, Cartas con remite de mujer, Piececitos de perejil, Sentimientos de cristal, Ecos de realidad..".
Me gustaron mucho los refranes y paradojas, tales como
- El que nace lechón muere gorrino
- El que quiera amistades tiene que comprarse un perro
- Si quieres peces te tienes que mojar el culo
- La parka es el peaje a pagar
- Las nubes lo mismo son para salir que para irse
- Nueve meses de invierno y tres de infierno
Para finalizar os dejo una frase del libro y comentar que la novela tiene muchos encantos, está llena de contenido, de hechos reales, de afectos, y no sólo los de forma poética. Esa sensación de agrado, de belleza, de gracia para decir las cosas, de sentir y de comprender valores humanos como "la amistad, la honestidad, la humildad, la auto-confianza o confianza" tal como se tienen que entender y que no pueden asimilarse de otra manera. Ese afecto de interiorizar, ese tesoro que se lleva dentro, el espíritu de inocencia, de alma limpia y transparente como es la de un niño. La espontaneidad es algo que no tiene precio. Es la manifestación más bella digamos de amor que se puede tener, más limpia y honesta. ¡Que vida tan distinta sería si todo fuese así! y a la vez "ese es el peligro" que lo tenemos dentro, y es de una gran complejidad pero que tiene solución porque "Si no podemos cambiar el mundo, al menos que nos cambie el mundo a nosotros". Por eso hay que tomarlo todo con menos dureza, e intentar reaccionar de forma diferente, sin que condicione tanto y tomarlo todo con un poco más de humor y más dulzura, ternura, más amabilidad, con una sonrisa, con más alturas de miras. "El destino baraja sus cartas, nosotros las jugamos" dice el autor.
El descubre esto, usaba la pasión, pero pobre del que necesite la verdad para alimentarse dice, la huella, los pozos emocionales. Entiendo que la belleza exterior entra por los ojos, se ven esas cualidades, lo bello, pero el concepto de belleza es otro, esa llama de esperanza es más compleja. El autor habla de esa luz interior, la que entra por los ojos, la del Principito, pero no significa que la persona al transmitir esa luz con los ojos ya simbolice una belleza interior, no lo entiendo así tampoco, creo que es algo impuesto. Mirar a los ojos así es dirigir también. Querer dar la propia forma, dominar, controlar, lo que significa ser forjador en el arte de la cacería, querer obtener un provecho de ella y eso es hacer dependiente. En realidad es aquí donde se distingue la vida animal de la vida humana, y entiendo que hay que diferenciar que el animal es animal, y el hombre es humano, y contribuir a que las personas sean más humanas, a una mayor autonomía, a la liberación, al engrandecimiento de las mismas y a su mayor independencia porque es la forma de que ellas mismas puedan responsabilizarse, ser conscientes de lo que son capaces y tomar decisiones sustentadas realmente en valores humanos y saber valorarlos.
"No es valiente quien no tiene miedo sino quien lo tiene y lo supera. Ni se cuida la valentía por lo que puedas conquistar, sino en lo que te arriesgas a perder y ya tienes".