lunes, 12 de agosto de 2019

El pan

Hoy os dejo un texto de un sueño muy reflexivo y que aparece en el libro de Tatiana Tolstoi "Sonámbulo en la niebla" y que dice lo siguiente:

"Había comprado pan, el de siempre, una hogaza redonda y diez rosquillas grandes. Caminaba no recuerdo por dónde. Se veía en una casa, tal vez fuera una oficina, había pasillos, escaleras. De pronto, tres personas - un hombre, una mujer y un viejo- que acababan de hablar tranquilamente con él hacía un momento, bien explicándole algo, bien recomendándole el camino a seguir, al ver el pan estuvieron a punto de abalanzarse sobre él, pero se contuvieron : "Perdone-dijo la mujer- ¿es pan los que lleva?- Sí, lo he comprado..."- ¿Nos lo dará? El los mira y se da cuenta de que han salido de un bloqueo, que tienen hambre, sus ojos son muy extraños. Comprende de inmediato: "¡Ah, están bloqueados, por lo tanto yo también lo estoy y no hay comida!. La codicia se apodera súbitamente de él. Hace poco el pan que lleva era una bagatela, algo sin importancia, lo había comprado por comprar y ahora, de pronto, le daba pena desprenderse de él. "pues no sé - contesta-. También a mí me hace falta. No sé, no sé. "Ellos callan y le miran directamente a los ojos. La mujer tiembla. Entonces, el toma una rosquilla, la que tiene menos granos de amapola encima, la rompe en trozos que reparte entre ellos, pero se queda con una parte, no la suelta. Dobla el brazo de un modo extraño - despierto no sabría hacerlo- y lo sujeta, ni el mismo sabe para qué, tal vez para no darlo todo de inmediato...Se aparta rápidamente de ellos, de sus manos extendidas. De pronto se encuentra en su casa y comprende. Pero¡maldita sea, si no hay ningún bloqueo! Además estamos en Moscú, a setecientos Kilómetros...¡Cómo se me habría ocurrido! Tengo la nevera llena y no tengo hambre, la gente que desde mi ventana veo en la calle camina contenta, sonríe. Siento vergüenza y asco de mi mismo. La redonda hogaza y las rosquillas le pesaban como eslabones de una cadena rota, Fui avaricioso en vano, piensa ¡Cómo pudo hacerlo!...¡Menudo cerdo!... Vuelve corriendo sobre sus pasos, ¿Dónde están esos hambrientos? Pero ya no los ve en ninguna parte, se fueron, los ha perdido...Todas las puertas están cerradas, hace poco estaban abiertas, pero volvieron a cerrarse. ¡Sigue tu camino, miserable! Todo ocurrió tan rápidamente que no tiempo tuve de horrorizarme. No estaba preparado. Simplemente no estaba preparado. Golpea la puerta, le da patadas, la empuja ¡Dejadme pasar! La puerta se abre y ve dentro de un comedor, platos llenos con macarrones, carne, tazas de café y gente que sale satisfecha, secándose la boca, pero aquellos tres, perdidos en el tiempo, se han diluido, han desaparecido, no volverán jamás. El viento mueve un arbolito al desnudo, el mar refleja un cielo azul bajo cubierto de nubes y en el horizonte una franja de luz encendida. ¡Adiós!

Me parece un texto muy reflexivo sobre la necesidad, el pan, el hambre, como bien dice las situaciones complicadas de bloqueo y no saber que hacer, ni que camino seguir si el a, el b, o el c, o no hacer nada, el embotellamiento mental y el empuje y la vitalidad que se necesita quizás para dar, comprometerse, y es seguro ahí donde se siente atrapado, sin saber que decidir y les da el trozo de rosquilla y esto le lleva a puertas cerradas y ve que se ha equivocado y que tenía que haber dado el pan, y a angustiarse y querer retroceder pero ya es tarde aunque en realidad la puerta se abre y continúa su camino. 

No hay comentarios: