jueves, 28 de marzo de 2019

Nuevos desafios en la educación


Hoy escuché en un programa de televisión que para trabajar bien hay que poner buena cara. Poner buena cara es poner buena predisposición, es querer hacer bien el trabajo. 

Reflexionaba a la vez sobre el mensaje publicado por la UNESCO y el Instituto Internacional del teatro y escrito por Carlos Celdrán en relación con el día mundial del teatro 2019.

Y... todo ello lo comparaba con la vida, con la escuela y el trabajo, con las personas que lo forman.
Y... lo relacionaba con los métodos, teorías y modelos pedagógicos. 
Y...comprendía que a veces es muy dificil trabajar y estar poniendo muy buena cara pero hay que hacerlo, es muy fácil poner ilusión. Todo se entrena. La concentración, la gran atención es lo mejor que hay, que existe.

Nos enseña el mensaje que el destino se hereda y quizás no hay otra expectativa nada más que recorrer el camino. Que muchas personas pasan por la vida como seres que trabajaron desde la humildad y la mayoría de las veces en silencio, año tras año y con muchos logros y que luego lo dejan ya por la edad y desaparecen. Nos habla de momentos únicos e irrepetibles que suceden en la vida cuando se alcanza la transparencia, lo más increible de la pureza, de la verdad reveladora y desde dónde se empieza a construir la propia felicidad. El momento del encuentro con el otro que no es nada más que encontrarse consigo mismo y aprender a reconocerse, a renacer de nuevo, a no sufrir y a vivir instantes sublimes.

Las personas que trabajan, ayudan, educan, enseñan y que entienden realmente el significado de su oficio y aprenden a dejar atrás las máscaras, el miedo pueden darse la mano y no como en el teatro que suele hacerse desde la oscuridad en la vida sino a plena luz reflejando lo mas profundo y personal de cada uno.
No vale otro reconocimiento que no sea el realizado por uno mismo, crear momentos de verdad, de fuerza, de libertad en la mayor de las precariedades nos dice el mensaje. Y es un hecho aunque realiza la siguiente pregunta ¿Que sobrevivirá de estas personas? Datos y registros de los trabajos que dejaron pero siempre faltará la respuesta de todo lo que ha sucedido y pasado. Quizás no puede ser traducido ni explicado siendo una experiencia de vida de una forma diafana. Es decir, han dejado pasar la luz aunque las situaciones han obstaculizado y limitado la visibilidad pero han sabido interpretar esa visión amplia del trabajo, de la escuela, del entorno, la ciudad, el pais, el mundo y libre de obstáculos. Así han podido aplicar desde el progreso natural del entendimiento el conocimiento y todo lo relacionado con el saber, con la sabiduría permitiendo que todo lo observado pueda verbalizarse y ser comunicado y compartido con otros. Todo ello es un proceso cognitivo de aprendizaje que hace que pueda explicarse con claridad y tener más posibilidades de entender, conocer y saber  llegando así a la calidad. Y aquí quizás está la raíz del trabajo y tal como se entiende en el mensaje se crean momentos auténticos abarcando un todo y hay que hacerlo con arte. Cuando el alumnado hace arte refuerza el lenguaje, las emociones, despierta la imaginación, fomenta la creatividad, se sienten más seguros y se van organizando, ven la propia realidad del momento haciendo una mirada total a la salud ya que todo se relaciona, tiempo, espacio, persona, ambiente.

El día 20 de marzo se celebró el día de la felicidad y el día 21 el de la poesía y entre uno de los propósitos de estos dos días está el ser feliz y el crear una imagen atractiva para que no se considere anticuada y que su expresión sirva para transmitir valores y fueros internos reafirmando la identidad y así restablecer el dialogo con todas las manifestaciones artísticas ya sea poesía, danza, música, pintura, teatro, deporte, etc. 

Y... todo ello lleva a recorrer el camino con más tranquilidad y serenidad. De forma más o menos progresiva,  avanzando y hacía un aprendizaje más profundo, digamos con más sabiduria. 

Para finalizar este post os dejo el mensaje del día mundial del teatro (27 de marzo 2019)

"Antes de mi despertar en el teatro, mis maestros ya estaban allí. Habían construido sus casas y sus poéticas sobre los restos de sus propias vidas. Muchos de ellos no son conocidos o apenas se les recuerda: trabajaron desde el silencio, desde la humildad de sus salones de ensayo y de sus salas llenas de espectadores y, lentamente, tras años de trabajo y logros extraordinarios, fueron dejando su sitio y desparecieron. Cuando entendí que mi oficio y mi destino personal sería seguir sus pasos, entendí también que heredaba de ellos esa tradición desgarradora y única de vivir el presente sin otra expectativa que alcanzar la transparencia de un momento irrepetible. Un momento de encuentro con el otro en la oscuridad de un teatro, sin más protección que la verdad de un gesto, de una palabra reveladora.
Mi país teatral son esos momentos de encuentro con los espectadores que llegan noche a noche a nuestra sala, desde los rincones más disímiles de mi ciudad, para acompañarnos y compartir unas horas, unos minutos. Con esos momentos únicos construyo mi vida, dejo de ser yo, de sufrir por mí mismo y renazco y entiendo el significado del oficio de hacer teatro: vivir instantes de pura verdad efímera, donde sabemos que lo que decimos y hacemos, allí, bajo la luz de la escena, es cierto y refleja lo más profundo y lo más personal de nosotros. Mi país teatral, el mío y el de mis actores, es un país tejido por esos momentos donde dejamos atrás las máscaras, la retórica, el miedo a ser quienes somos, y nos damos las manos en la oscuridad.
La tradición del teatro es horizontal. No hay quien pueda afirmar que el teatro está en algún centro del mundo, en alguna ciudad o edificio privilegiado. El teatro, como yo lo he recibido, se extiende por una geografía invisible que mezcla las vidas de quienes lo hacen y la artesanía teatral en un mismo gesto unificador. Todos los maestros de teatro mueren con sus momentos de lucidez y de belleza irrepetibles, todos desaparecen del mismo modo sin dejar otra trascendencia que los ampare y los haga ilustres. Los maestros de teatro lo saben, no vale ningún reconocimiento ante esta certeza que es la raíz de nuestro trabajo: crear momentos de verdad, de ambigüedad, de fuerza, de libertad en la mayor de las precariedades. No sobrevivirán de ellos sino datos o registros de sus trabajos en videos y fotos que recogerán solo una pálida idea de lo que hicieron. Pero siempre faltará en esos registros la respuesta silenciosa del público que entiende en un instante que lo que allí pasa no puede ser traducido ni encontrado fuera, que la verdad que allí comparte es una experiencia de vida, por segundos más diáfana que la vida misma.
Cuando entendí que el teatro era un país en sí mismo, un gran territorio que abarca el mundo entero, nació en mí una decisión que también es una libertad: no tienes que alejarte ni moverte de donde te encuentras, no tienes que correr ni desplazarte. Allí donde existes está el público. Allí están los compañeros que necesitas a tu lado. Allá, fuera de tu casa, tienes toda la realidad diaria, opaca e impenetrable. Trabajas entonces desde esa inmovilidad aparente para construir el mayor de los viajes, para repetir la Odisea, el viaje de los argonautas: eres un viajero inmóvil que no para de acelerar la densidad y la rigidez de tu mundo real. Tu viaje es hacia el instante, hacia el momento, hacia el encuentro irrepetible frente a tus semejantes. Tu viaje es hacia ellos, hacia su corazón, hacia su subjetividad. Viajas por dentro de ellos, de sus emociones, de sus recuerdos que despiertas y movilizas. Tu viaje es vertiginoso y nadie puede medirlo ni callarlo. Tampoco nadie lo podrá reconocer en su justa medida, es un viaje a través del imaginario de tu gente, una semilla que se siembra en la más remota de las tierras: la conciencia cívica, ética y humana de tus espectadores. Por ello, no me muevo, continúo en mi casa, entre mis allegados, en aparente quietud, trabajando día y noche, porque tengo el secreto de la velocidad".
                                              Carlos Celdrán (Cuba)



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