"Un domingo en el campo" es el titulo del libro escrito por Pierre Bost. Narra la historia de un abuelo convencional que vivía en el campo y al que su hijo le visita con su familia cada domingo. Como en todas las reuniones familiares van a comer, a beber, a charlar y a ocultarse cosas así conocían muy bien lo que era el silencio y todo aquello que no debe decirse ni de lo que hay que hablar. El hace mucha diferencia con la hija que rara vez visita a su padre pero para él es su preferida. Así que el hijo era "como un perrito muy bien enseñado" y la hija que lo contradecía por sistema" era su favorita. Así que entre los hermanos chocaban y eso no facilitaba las relaciones.
Al anciano le atormentaba envejecer y quejarse le producía algo de consuelo y siempre hay una pregunta viendo una persona que ya es mayor ¿Porque negar los últimos placeres?
La vejez es una pendiente suave y estaba envejecido y mucho y cada vez lo hacía mas deprisa pero para él era doloroso y sólo él tenía el derecho a decirlo.
Los domingos el hijo y su familia siempre tenían que ir a verlo y para ello tenían que levantarse muy temprano, a la misma hora que por semana mientras que lo normal era descansar y quedarse en casa. Tenían que ponerse ropa de domingo y ser sensibles a las manchas. Iban en tren y los niños se mareaban, vomitaban y todo les suponía un gran sacrificio y esfuerzo. Había que correr a la estación, viajar en compartimentos para el fin llegar al campo y ver al abuelo que ni tan siquiera les hacía regalos de tanto verles. Los niños sabían muy bien sentirse firmes entre las amenazas y las represalias.
El abuelo no iba a la ciudad aunque eran muchos de familia y les decía que resultaba mas fácil que ellos fuesen al pueblo ya que era una cuestión de organización. No le gustaban los niños remilgados y veía que su hijo trabajaba pero no lo aprobaba sufríendo al ver a su hijo ir al trabajo ya que para él era esclavitud y mediocridad y nunca tuvo cariño a su nuera ya que le parecía que casarse con una mujer trabajadora era vulgar y no poner su nombre a los nietos era algo que no comprendía así como las atenciones que dispensaba a sus hijos. Así que la virtud era llevarlo todo en secreto y sin recompensa. Ella quería a su suegro por razones de que a los miembros de la familia se les tiene afecto así como a la familia política pero sufría pues a su suegro no le gustaba mucho que los niños jugasen, se divirtiesen, pusiesen la casa patas arriba aunque no quería que se le notase y que se sintiese molesto. Y la discusión entre ellos es que no podían contradecir al abuelo. Vivían una gran confusión siendo la vida familiar muy complicada. Entre padre e hijo se llevaban muy bien había cierta complicidad. Pero todo ocurre como si los placeres fueran enfermedades a las que nos resistimos a ceder y donde solo bastaba abandonarse. "Vencedores sin victoria" ya no esperaban ningún placer y donde cada domingo una vez que su hijo y la familia se iban los conocidos le preguntaban ¿Que tal has pasado el día? Siempre decía que muy agradable que había venido su hija a verle.
"Un domingo en el campo" es de estas novelas donde se sienten emociones que no son nuevas ya que los afectos, los sentimientos, las predilecciones resultan relevantes y donde se hace referencia al paso del tiempo, al respeto, costumbres e imitación de la familia que hace muchas veces una vida bastante quebrada porque normalmente a los hijos les cuesta mucho aceptar aquello que no les gusta de sus padres y que los padres nunca entienden y donde tienen que hacer un esfuerzo mayor además de no ser digno "enzarzarse" así que por respeto "cortaban por lo sano" y desestimaban la disputa ya que" llevarse bien" entre miembros de la familia era un deber, una función natural.
Al anciano le atormentaba envejecer y quejarse le producía algo de consuelo y siempre hay una pregunta viendo una persona que ya es mayor ¿Porque negar los últimos placeres?
La vejez es una pendiente suave y estaba envejecido y mucho y cada vez lo hacía mas deprisa pero para él era doloroso y sólo él tenía el derecho a decirlo.
Los domingos el hijo y su familia siempre tenían que ir a verlo y para ello tenían que levantarse muy temprano, a la misma hora que por semana mientras que lo normal era descansar y quedarse en casa. Tenían que ponerse ropa de domingo y ser sensibles a las manchas. Iban en tren y los niños se mareaban, vomitaban y todo les suponía un gran sacrificio y esfuerzo. Había que correr a la estación, viajar en compartimentos para el fin llegar al campo y ver al abuelo que ni tan siquiera les hacía regalos de tanto verles. Los niños sabían muy bien sentirse firmes entre las amenazas y las represalias.
El abuelo no iba a la ciudad aunque eran muchos de familia y les decía que resultaba mas fácil que ellos fuesen al pueblo ya que era una cuestión de organización. No le gustaban los niños remilgados y veía que su hijo trabajaba pero no lo aprobaba sufríendo al ver a su hijo ir al trabajo ya que para él era esclavitud y mediocridad y nunca tuvo cariño a su nuera ya que le parecía que casarse con una mujer trabajadora era vulgar y no poner su nombre a los nietos era algo que no comprendía así como las atenciones que dispensaba a sus hijos. Así que la virtud era llevarlo todo en secreto y sin recompensa. Ella quería a su suegro por razones de que a los miembros de la familia se les tiene afecto así como a la familia política pero sufría pues a su suegro no le gustaba mucho que los niños jugasen, se divirtiesen, pusiesen la casa patas arriba aunque no quería que se le notase y que se sintiese molesto. Y la discusión entre ellos es que no podían contradecir al abuelo. Vivían una gran confusión siendo la vida familiar muy complicada. Entre padre e hijo se llevaban muy bien había cierta complicidad. Pero todo ocurre como si los placeres fueran enfermedades a las que nos resistimos a ceder y donde solo bastaba abandonarse. "Vencedores sin victoria" ya no esperaban ningún placer y donde cada domingo una vez que su hijo y la familia se iban los conocidos le preguntaban ¿Que tal has pasado el día? Siempre decía que muy agradable que había venido su hija a verle.
"Un domingo en el campo" es de estas novelas donde se sienten emociones que no son nuevas ya que los afectos, los sentimientos, las predilecciones resultan relevantes y donde se hace referencia al paso del tiempo, al respeto, costumbres e imitación de la familia que hace muchas veces una vida bastante quebrada porque normalmente a los hijos les cuesta mucho aceptar aquello que no les gusta de sus padres y que los padres nunca entienden y donde tienen que hacer un esfuerzo mayor además de no ser digno "enzarzarse" así que por respeto "cortaban por lo sano" y desestimaban la disputa ya que" llevarse bien" entre miembros de la familia era un deber, una función natural.
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