domingo, 25 de diciembre de 2016

La magia de la Navidad


Hoy es Navidad. Las ciudades están iluminadas, nos encontramos con escaparates, mercados y paisajes muy bonitos. Los niños viven una magia especial de la mano de Papa Noel y de los Reyes Magos. Para los adultos son momentos con fiestas que invitan a descansar y a realizar celebraciones familiares. Me viene a la memoria aquella ilusión de niña con esa noche mágica donde preparábamos algo para beber y para comer tanto para el Papa Noel, los Reyes como para los camellos. Limpiábamos aquellos zapatos hasta dejarlos brillantes o poníamos la zapatilla o el famoso calcetín. A la mañana siguiente a su lado encontrábamos los regalos o deseos que solicitábamos en una carta que echábamos en algún buzón de correos. Como era magia esa noche especial de forma misteriosa nos ponían los regalos y nosotros no íbamos a saber cómo se hizo ni de que forma y convenía que estuviésemos dormidos por si acaso pasaban de largo si estábamos despiertos y no nos dejaban nada. 

El hecho es que aprendes que la magia existe pero no puede verse. Y buscas huellas para darte respuestas a ti misma sobre ¿cómo es posible que exista la magia? Te contaban historias diferentes de cómo podían acceder a la vivienda, bien por la terraza, la chimenea o utilizaban una llave especial y sin hacer ruido colocaban todos nuestros deseos. Se mezclaban los nervios, la alegría y la ilusión. Muchas veces ya de adulta me preguntaba si toda esta magia basada en creencias y religiones sería buena y si puede producir a la larga algún tipo de trastorno de salud mental cuando se despierte a una realidad donde sepas que todo ha sido un engaño. Así que he tratado de valorar si tanto en la infancia como después de adulto es saludable y bueno tener este tipo de ilusiones y fantasías. 

Mi idea es que la ilusión y la alegría son nuestras compañeras de viaje. La ilusión significa engaño ya que procede del latín "ilusionis" y es un don para creer en todas aquellas cosas que no vemos pero que nos ayudan a vivir creyendo y disfrutando de una forma sana y natural. Cada uno tiene una forma distinta de vivir la magia de la Navidad. Quizás lo más bonito es vivirla como un cuento y no hace falta materializarla tanto. Yo preguntaba antes de vacaciones al alumnado que pedían en estas navidades y me contestaban muy responsablemente que apenas necesitaban cosas y que lo que querían era que su familia estuviera feliz. Quizás desde pequeños verse protegidos de alguna manera por otras personas que no sean los padres y que aunque sea una vez al año visite a la familia y les haga tener esa ilusión conjunta no está nada mal. Y si no hay todos aquellos regalos que uno quiere esa carta cariñosa que hacemos y que nos invita a pensar que queremos, a dónde nos gustaría ir, que nos gustaría ser, es decir, nos ayuda a reflexionar no estaría mal que esos seres invisibles nos la respondieran. Seguro que cada uno de nosotros vive de forma diferente la magia. Lo más duro creo es pensar que todo es una mentira, que la magia no existe y que todo es un engaño porque nosotros no conocemos la inteligencia y el idealismo de los niños. Desde los primeros años de vida exploran la vida tanto nuestra como de otras especies, aprenden posibilidades biológicas y energéticas, adquieren conocimientos y van manejando progresivamente sus emociones, sentimientos y capacidades y entienden el entorno más de lo que nosotros pensamos. Tenemos que considerarlo como un sentimiento, una fantasía, una magia que se vive y por eso solo merece la pena vivirla porque es "sentir desde dentro" es aprender a empatizar y no solo es ponerse en el lugar del otro sino ser capaz de sentir como el otro siente y es pensar que la magia existe porque siempre hay personas que dan y que te traen amor a la vida.  

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