Hoy es Navidad. Las ciudades están
iluminadas, nos encontramos con escaparates, mercados y paisajes muy bonitos.
Los niños viven una magia especial de la mano de Papa Noel y de los Reyes
Magos. Para los adultos son momentos con fiestas que invitan a descansar y a
realizar celebraciones familiares. Me viene a la memoria aquella ilusión de
niña con esa noche mágica donde preparábamos algo para beber y para comer tanto
para el Papa Noel, los Reyes como para los camellos. Limpiábamos aquellos
zapatos hasta dejarlos brillantes o poníamos la zapatilla o el famoso calcetín.
A la mañana siguiente a su lado encontrábamos los regalos o deseos que
solicitábamos en una carta que echábamos en algún buzón de correos. Como era
magia esa noche especial de forma misteriosa nos ponían los regalos y nosotros
no íbamos a saber cómo se hizo ni de que forma y convenía que estuviésemos
dormidos por si acaso pasaban de largo si estábamos despiertos y no nos dejaban
nada.
El hecho es que
aprendes que la magia existe pero no puede verse. Y buscas huellas para darte
respuestas a ti misma sobre ¿cómo es posible que exista la magia? Te contaban
historias diferentes de cómo podían acceder a la vivienda, bien por la terraza,
la chimenea o utilizaban una llave especial y sin hacer ruido colocaban todos
nuestros deseos. Se mezclaban los nervios, la alegría y la ilusión. Muchas
veces ya de adulta me preguntaba si toda esta magia basada en creencias y
religiones sería buena y si puede producir a la larga algún tipo de trastorno
de salud mental cuando se despierte a una realidad donde sepas que todo ha sido
un engaño. Así que he tratado de valorar si tanto en la infancia como después
de adulto es saludable y bueno tener este tipo de ilusiones y fantasías.
Mi idea es que
la ilusión y la alegría son nuestras compañeras de viaje. La ilusión significa
engaño ya que procede del latín "ilusionis" y es un don para creer en
todas aquellas cosas que no vemos pero que nos ayudan a vivir creyendo y
disfrutando de una forma sana y natural. Cada uno tiene una forma distinta de
vivir la magia de la Navidad. Quizás lo más bonito es vivirla como un cuento y
no hace falta materializarla tanto. Yo preguntaba antes de vacaciones al
alumnado que pedían en estas navidades y me contestaban muy responsablemente
que apenas necesitaban cosas y que lo que querían era que su familia estuviera
feliz. Quizás desde pequeños verse protegidos de alguna manera por otras
personas que no sean los padres y que aunque sea una vez al año visite a la
familia y les haga tener esa ilusión conjunta no está nada mal. Y si no hay
todos aquellos regalos que uno quiere esa carta cariñosa que hacemos y que nos invita a pensar que queremos, a dónde nos gustaría
ir, que nos gustaría ser, es decir, nos ayuda a reflexionar no estaría mal que esos seres invisibles nos la respondieran. Seguro que cada
uno de nosotros vive de forma diferente la magia. Lo más duro creo es pensar
que todo es una mentira, que la magia no existe y que todo es un engaño porque nosotros no conocemos la inteligencia y el idealismo de los niños.
Desde los primeros años de vida exploran la vida tanto nuestra como de otras
especies, aprenden posibilidades biológicas y energéticas, adquieren
conocimientos y van manejando progresivamente sus emociones, sentimientos y
capacidades y entienden el entorno más de lo que nosotros pensamos. Tenemos que
considerarlo como un sentimiento, una fantasía, una magia que se vive y por eso
solo merece la pena vivirla porque es "sentir desde dentro" es
aprender a empatizar y no solo es ponerse en el lugar del otro sino ser capaz
de sentir como el otro siente y es pensar que la magia existe porque siempre
hay personas que dan y que te traen amor a la vida.
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