domingo, 18 de junio de 2017

Tu rascas mi espalda yo rasco la tuya

 “Tu rascas mi espalda, yo cabalgo sobre la tuya” corresponde al capítulo diez del libro "El gen egoísta" de Richard Dawkins y desarrolla la teoría de que al vivir en grupos el altruismo tiene que ser recíproco “si tu rascas mi espalda, yo rasco la tuya”, el principio de la negociación “sí tú me haces un favor, yo te haré otro”. 

Aclara que quizás la razón es mucho más egoísta de lo que parece porque si los individuos están próximos y no saben que hay depredadores ni saben quiénes son "éstos" son presas sin saberlo. Lo que garantiza estar a salvo es rodearse de los suyos: especies, compañeros, etc. 

Sucede que nadie quiere estar expuesto comportándose todos  por puro egoísmo. Ahora bien, si viven juntos los genes tienen que conseguir un beneficio mayor del invertido.

Constata que se trata de un modelo simple y algo abstracto pero que ayuda a comprender un poco más la vida real. El comportamiento egoísta del grupo no deja lugar a interacciones cooperativas. Aquí no hay altruismo sino que sólo existe la explotación por parte de cada individuo a costa de los demás. 

El autor da dos ideas fundamentales del beneficio que supone el advertir a los compañeros, ya que un gen puede dar la alarma a los parientes cercanos prosperando en el acerbo genético siendo muy posible que se encuentre en los cuerpos de los individuos salvados aunque el que emite la llamada lo pague caro por atraer la atención del predador hacía sí mismo.

Las dos ideas son las siguientes:
  1. Cuidado para advertir que una autoridad se acerca. Desde el punto de vista egoísta la mejor política a seguir es advertir a los compañeros para hacer que se callen y reducir las posibilidades de ser sorprendidos inadvertidamente.
  2. Nunca romper filas cuando se acerca un predador.
Lo importante es que tiene que existir ventajas al vivir en bandadas siendo el individuo que salta alto el que tiene buena salud, no es altruista ni viejo. El objetivo es persuadir al predador para que de caza a otro. En cierto sentido lo que plantea es una competencia para ver quien salta más alto , ya que el perdedor sería el perseguido. Nunca clavar el aguijón pues serían misiones suicidas ya que en el sentido humano no se viviría como individuos pues se encontraría sometida la individualidad al bienestar de la comunidad. Una sociedad sólo alcanza la individualidad a niveles muy altos. Se comparte el alimento de tal forma que se habla de un estómago común y la información se transmite como si se fuera una unidad con un sistema nervioso y órganos sensoriales propios.

Existe la tentación de tornarnos místicos pero en realidad no hay necesidad de ello. Vale la pena observar  e interpretar la teoría del gen egoísta. El capitulo continua sus razonamientos con las abejas reinas y las obreras diciendo que su diferencia no es genética. No existe una paradoja real concluyendo que un gen debe de sacar la mejor ventaja de los niveles de poder que se encuentren a su disposición. Ello significa que exista un conflicto de intereses en cuanto al cultivo, al camino a seguir. 

En resumen nos dice que:

·  La cooperación es una relación intraespecífica en la cual todos salen beneficiados. En el capítulo se pone el ejemplo de los insectos gregarios que aunque conviven en una sociedad jerárquica cada uno tiene su función que desarrolla comportándose como un sólo organismo. En esta relación no se mueven por altruismo sino por instintos egoístas dándose cuenta que es la mejor para todos, individualmente hablando. 
· Cuando una abeja reina abandona una colmena hay muchas obreras que también lo hacen produciéndose un costo grande.
·    No existe un espíritu de cooperativismo entre las obreras como clase ya que sólo se preocupan de sus propios genes.
· Una relación en beneficio mutuo entre miembros de distintas especies se llama mutualismo o simbiosis. Los miembros diferentes tienen mucho que aportar a la sociedad  ya que ofrecen habilidades distintas siendo un tipo de asimetria fundamental para llevar a estrategias evolutivamente estables de cooperación mutua. Por ejemplo entre animales y plantas se da este tipo de relación siendo la relación en beneficio mutuo. Entre un hongo y una alga no podría vivir uno sin el otro. Existiendo entre ellos organismos dobles y que no hemos reconocido ¿Quizás lo seamos hasta nosotros mismos? Quizás no se puede hablar de evidencias que sustentan estas ideas serían revolucionarias y se necesitaría tiempo para que se acepten el pensar que organismos que pensamos que son individuales realmente son fruto de uniones simbióticas. Se sabe que las mitocondrias que en su origen fueron bacterias simbióticas se unieron con células. La otra cara de la moneda son los virus que pueden tratarse de genes que se han liberado. Nos dice el autor que los virus son todos parásitos  y que la hipótesis es que han evolucionado de genes rebeldes que han escapado y ahora viajan de un cuerpo a otro directamente a través del aire, en lugar de hacerlo a través de otros vehículos más convencionales como son los reproductores: óvulos y espermatozoides. Si se formara por este medio sería la paradoja mientras que si lo hace por el aire es el virus  en el sentido usual. todo ello son especulaciones para un futuro. En el presente seguimos en las relaciones de simbiosis en el más alto nivel entre organismos unicelulares. El término simbiosis se utiliza para designar asociaciones entre diferentes miembros de distintas especies. las asociaciones en beneficio mutuo evolucionarán si cada socio obtiene mas de lo que aporta. En las asociaciones es dificil distinguir casos de beneficio mutuo y casos de explotación. Habría que considerar los beneficios otorgados y los recibidos, ahora bien, los problemas surgen si existe un retraso entre conceder un favor y obtener su retribución.

Para finalizar decir que los humanos   poseemos la capacidad de memoria y de reconocimiento de individuos y que el altruismo recíproco tuvo mucha importancia en la evolución.  Richard Trivers llegó afirmar que los sentimientos de envidia, insatisfacción o rencor, indiferencia, egoísmo, agradecimiento, simpatía, interés, solidaridad, etc, han sido desarrollados en la selección natural como perfección y para detectar posibles engaños. El cerebro consigue así realizar las estrategias y poder ejecutar maniobras. 

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