viernes, 4 de marzo de 2016

La mente. Miguel Angel Mendo

"Puesto que la impresión sensorial no puede ser común no es comunicable - no dispone de la posibilidad de ser puesta en común. Para transmitir y recibir algo de esta emoción pura necesitaríamos un lenguaje no-dual, no conceptual. De ahí que exista la poética "el arte" como una herramienta esencial, como un legado arcánico puesto a disposición del hombre - de cualquier hombre- que busque ir más allá de su estado actual y que pretenda que la humanidad pueda dar un mínimo paso en su ineludible evolución". 

 Miguel Angel Mendo en la Mente. Manual de Primeros auxilios


Miguel Ángel Mendo. Licenciado en psicología es psicoterapeuta desde el año 1981 siempre en contacto con el mundo de una pedagogía alternativa. Escritor de literatura infantil y juvenil, fotógrafo, guionista de programas de televisión como La Semana: Informativo Infantil y Juvenil y Cajón Desastre. Fue profesor de cine en un colegio público de Móstoles y actor de teatro de la Compañía Tribueñe de Madrid. Ha escrito varias obras de teatro y tiene más de una treintena de libros publicados. Fue Premio Lazarillo en 1989. Parte de su obra ha sido traducida al inglés, al alemán, al chino y al italiano.
Su libro "La mente" es una guía práctica y experimentada para librarnos de los trastornos y las trampas de nuestra mente. El autor propone 72 claves que ayudan a trascender las limitaciones de nuestro interior ya que nuestra mente la mayoria de las veces más que trabajar en favor de la felicidad y la alegría de vivir trata de encadenarnos teniendo posteriormente que solucionar conflictos y esclarecer nuevos horizontes interiores que lleven a la superación personal. Os dejo las cinco primeras así como unos pequeños textos del autor
  • Los problemas de la mente son más sentimentales que mentales. “En realidad no son problemas de la mente: la mayor parte de los conflictos psicológicos son problemas del corazón. Conflictos con los sentimientos…las emociones, los fracasos afectivos, las heridas provocadas por la pérdida de cariño, el abandono, la rigidez emocional, la frustración amorosa…luego es el cerebro el que computa, interpreta, etiqueta, compensa o sobrevalora la reacción y la contrarreacción que dicho trauma emocional produjo. No conviene mirar el dedo que señala algo, sino lo que señala el dedo, es decir, no hay que confundir la adaptación enfermiza (o simplemente defensiva) que la persona conformó en su mente con el problema que originó en sí mismo, de índole emocional.
  • La comparación es la causa de todos los complejos. Hacer un listado de las características del yo ideal puede llevarnos a comprobar cómo la mayoría de las virtudes que ansiamos han surgido de la admiración a determinados personajes que nos han dejado una intensa huella en el pasado, a veces en un pasado muy lejano. 
  • El hecho de sentir algo no quiere decir que sea real. "Tendemos a creer que algo que sentimos con el corazón o incluso mas abajo "en las tripas" es sinónimo de una verdad indiscutible, irrenunciable, absoluta. Es cierto que más allá del intelecto racional existe en nuestra mente un sistema de percepciones, sensaciones y emociones con una coherencia interna que a nosotros mismos nos asombra.
  • Un día el pasado no nos dolerá. Lo cual significa que sería deseable que tuviésemos la generosidad de dar por buenamente vivido lo vivido.
  • El pasado no es fiable, o dicho de otra forma, nuestra memoria no es fiable.  Porque el pasado siempre depende de nuestra memoria. Incluso aunque redactásemos un informe detallado de algo que nos acaba de suceder, ya en el momento de escribirlo estaríamos tergiversando subjetivamente no solo lo que en realidad ha sucedido o cómo ha sucedido sino incluso lo que en aquel presente estábamos percibiendo que sucedió y cómo sucedió...Toda memoria, es decir, toda referencia de una vivencia del pasado conlleva siempre emociones... La memoria sensitiva es aquí indispensable funciona infinitamente mejor y con mayor fiabilidad y profundidad que la racional por sí sola... El pasado puede llegar a representar una verdadera cárcel mental...Para evitar riesgos..recuerdo una frase particularmente sabia: "Para ser feliz hay que tener mala memoria".


 Diagnóstico ¿para qué? 


Como ocurre con toda jerga profesional (abogados, informáticos, lingüistas, etc…), la nomenclatura técnica psiquiátrica impone mucho respeto. Pero no es solamente que nos abrume y nos intimide el nombre de una supuesta enfermedad a la que nos adscribe un profesional ataviado con una impoluta bata blanca (¿para qué la necesitarán?), sino que tal forma de «etiquetado» despersonaliza el conflicto, lo pone fuera de nuestro alcance, lo externaliza (perdón por el anglicismo), hasta el punto de hacernos sentir impotentes ante él, y por lo tanto excluidos en buena medida de la responsabilidad de hacerle frente con los recursos de que disponemos como seres con conciencia. Necesariamente el diagnóstico psiquiátrico-psicológico ficha a la persona diagnosticada como espécimen de un determinado colectivo patológico, lo incluye en una temible estadística, distorsiona en alguna medida la lectura de su comportamiento o sus dolencias para que encajen con ciertos síndromes preestablecidos, buscando y rebuscando conductas que se ciñan a síntomas específicos, siempre todos ellos con nombres ignotos, fríos, aterradores. Por si esto fuera poco, a medio y largo plazo, socava su propia estimación y confianza puesto que deja en él una imborrable huella de «enfermo mental», una especie de baldón para su honra y, de manera directa o indirecta, para sus allegados y descendientes, por muy leve que sea el diagnóstico.

Es justo lo contrario a lo que pretendemos en la terapia. Hay que propiciar con exquisita delicadeza que todo encuentro psicoterapéutico sea algo importante pero humano, respetuoso, natural, íntimo, donde el interesado se sienta absoluto co-protagonista. En definitiva, el máximo intento de un profundo entendimiento entre dos personas, como quería Erich Fromm. 


                                    ["La Mente. Primeros auxilios". (c) Miguel Ángel Mendo, 2013]



Y se hace ahora necesario, en este punto en el que estamos, hablar de la belleza, por cuanto creemos que es un concepto que mucho tiene que ver con la fe (...) Bello,  verdaderamente bello, es eso capaz de acercarnos a la verdad, a la realidad esencial. Quizás pudiéramos definir la belleza como aquella presencia que se pone al alcance de nuestros sentidos desconvocando la complicidad que los subyuga; que despliega la extraña facultad de fracturar nuestra rígida estructura de pensamiento, para lograr que más allá de hábitos sensitivos arraigados, de modas estéticas impuestas, que más allá de la moral y hasta de la mismísima ética, surja como viniendo de la nada, pero llevando la aromática fragancia del todo, una inexplicable y honda sensación de felicidad indefinible y sin causa, muy semejante a ese que todos conocemos como enamoramiento.
Pero lo realmente enigmático de tal sentimiento que repentinamente nos invade no consiste tanto en que percibamos y valoremos la belleza de esa presencia que tiene a bien ponerse al alcance de nuestros sentidos, y que no nos deja otra opción que la de amarla, sino en el hecho extraño, apenas comprensible, de que ella logra milagrosamente despertar la belleza que habita en nosotros mismos, y nos convoca así, desde una sensación de gozo, a acercarnos a nuestro propio misterio, a nuestra realidad trascendente. (...)

Tal vez Fe, Amor y Belleza sean tres expresiones de lo mismo: La Conciencia oculta.

 "La Mente. Primeros auxilios".  Miguel Ángel Mendo, 2015

¿Podríamos imaginar siquiera como sería el aula de un colegio si para el profesor no existiese esa distinción moral yo/el otro? ¿Si para el profesor la persona del alumno (la persona del niño, iba a decir) fuese más importante que él mismo y que todo lo que él representa? ¿Como podría el profesor enseñarle al niño lo que él, en el fondo de su ser, no sabe? ¿No le trasmitiría mejor sus propias dudas, su propia desnudez, su propia voluntad y curiosidad por aprender algo de toda la maravillosa inmensidad que él mismo ignora? ¿Su propia ansia de saber sin barreras?1 El profesor, el juez, aprendiendo a aprender de lo que el niño y el reo aprenden en su (a veces dura, a veces triste) experiencia de vivir; porque él y él, y él y él, son lo mismo: Humanidad en evolución. Desde ahí es desde donde podrían empezar a nacer los primeros balbuceos de un pensamiento estético, complejo, automático y sabio. 

Aproximación al pensamiento estético. Miguel Angel Mendo, Mayo 2011
                                   

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