jueves, 6 de septiembre de 2012

Las emociones


Nietzche: “El que tiene un porqué para vivir puede soportar casi cualquier como”


Todos en momentos determinados sentimos emociones, bien  en forma de malestar o de bienestar ante algo que nos preocupa o que sentimos miedo o que nos gusta y sentimos placer.  Son reacciones.  Y no podemos interpretarlas en términos de enfermedad. A veces por un tipo de frustración ya se recurre a médicos, tratamientos, etc… Cuando se trata de una crisis que seguro si se lleva bien ocasiona un crecimiento interior.
Es cierto que cuando la lucha por lograr una meta o algo que merece la pena la descartas te lleva a un equilibrio interior, a un estado sin tensiones. Ahora bien, cuando tienes la ilusión de algo que te agrada te aumenta la tensión interior por lograrlo y si lo consigues,  te fortalece la salud mental.
Siempre se habla del sentido  y creo que cuando uno quiere dar un sentido a algo lo hace en forma de un reto al que tiene que responder. La esencia es la respuesta responsable a las demandas que se plantean.
Todos conocemos compañeros de trabajo, de clase, etc. que no son positivos, o bien, siempre están protestando, contestando, riñendo, de malhumor, constantemente son problemáticos, o al revés,  parecen muy tranquilos, seguros de si mismos y felices, ellos no tienen problemas pero no es gente sincera ni auténtica. Este tipo de gente produce un contagio emocional en las organizaciones que contamina.
Es cierto que es difícil decir y exponer las cosas como son. Siempre hay personas que intentan producir sentimientos de inseguridad, desvalorización, indefensión, etc… o de seguridad, valoración, etc… y para esto hay que estar preparados.
El afecto es importante en las organizaciones porque sabemos que el estado de humor, la personalidad, el temperamento y las emociones afecta a las relaciones y tienen sus efectos en los resultados. 

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