“Callejón con salida” es el título del libro escrito por Laura Antolín. Tengo que deciros que este libro me lo regaló su madre “Cecilia”, una maravillosa mujer que nada más conocerla me contagió una magia llena de emoción por su buen trato. Su alegría, sonrisa y esencia me demostró una gran belleza y nobleza tanto por dentro como por fuera. Le pedí que me lo dedicara pues no hay nada más bonito en la vida que el amor de una madre por sus hijos.
Laura Antolin es asturiana de nacimiento, natural de Armada (Pola de
Lena), se considera unida también a Bruselas donde pasó su niñez. Además de ser escritora es artista dedicando
parte de su vida a la pintura. Se inspira en el estilo naif donde cosecha sus éxitos. Aunque podemos decir que aprende de forma autodidacta es licenciada en Historia del Arte por la Universidad de Oviedo. Gran parte de su obra destaca
por su honestidad, ingenuidad y espontaneidad.
Su libro me resultó de una gran frescura y sencillez, a la vez muy
elaborado. Va revelando una búsqueda (consciente o no) que te esfuerzas por
conocer. Se lee muy rápido. La portada llena de puertas y el título "callejón con salida" ya te invitan a empezar a leer y adentrarte en la historia. Es en este momento donde me parece que existe una interacción entre la persona que escribe y la que lee ya que analizas que te está aportado razones para la lectura.
Entre mis conclusiones diré que me trajo a la memoria el significado de la hora violeta. Me di cuenta que las cosas que asocia el corazón con la mente las aprendes de forma diferente. Así relacionas los hechos que te producen las aportaciones y los estudios con una impresión emocional intensa y los unes a los sentimientos.
Alicia la protagonista del libro me llevo a retomar el sentido de la expresión. Ella la interpretaba como su momento, un tiempo de estar con ella misma, de disfrutar y de reconciliarse con la vida. Le designa en sus diferentes capítulos distintas acepciones , tales como:
"Momento que todo lo borra, tiempo de perdonar a los que no saben lo que hacen y a los que sí saben aunque igualmente lo hagan. Momento de perdonarlos, incluso a nosotros mismos que tampoco sabemos muy bien lo que hacemos. Tiempo de realizar balance, de despedir la tarde, un color en el cielo, llegar el anochecer".
Alicia tenía momentos en la vida que necesitaba perdonarse por sus fracasos, por todos los fracasos y reirse un poco del destino. Ocuparse más y obsesionarse menos, ser amable con ella misma y olvidarse de la presión, de la meta. Comentaba que con tejer el día a día se podría conformar. Despedirse de esa noción absurda y pegagosa del éxito. De esa búsqueda exasperante de tratar de conseguir y de obtener. Esta forma de expresar su pensamiento ya eran razones suficientes de solución a muchos problemas cotidianos pues prioriza un estado de ánimo positivo y saludable que la lleve a vivir siendo feliz día a día venciendo las adversidades y los conflictos a la notoriedad.
Alicia la protagonista del libro me llevo a retomar el sentido de la expresión. Ella la interpretaba como su momento, un tiempo de estar con ella misma, de disfrutar y de reconciliarse con la vida. Le designa en sus diferentes capítulos distintas acepciones , tales como:
Alicia tenía momentos en la vida que necesitaba perdonarse por sus fracasos, por todos los fracasos y reirse un poco del destino. Ocuparse más y obsesionarse menos, ser amable con ella misma y olvidarse de la presión, de la meta. Comentaba que con tejer el día a día se podría conformar. Despedirse de esa noción absurda y pegagosa del éxito. De esa búsqueda exasperante de tratar de conseguir y de obtener. Esta forma de expresar su pensamiento ya eran razones suficientes de solución a muchos problemas cotidianos pues prioriza un estado de ánimo positivo y saludable que la lleve a vivir siendo feliz día a día venciendo las adversidades y los conflictos a la notoriedad.
Os dejo algunas frases que he entresacado del libro:
- Me sentía feliz de poder cenar en casa, tranquila, escuchar música, leer un rato, arrebujada en la manta.
- Le disgustaba mucho la existencia de tormentas porque equivalía a no tener ese espacio que buscaba.
- Me fijé en el objeto que estaba posado junto al contenedor de basura. Una jaula. La recogí aunque no me hiciera falta para nada. No tenía pájaro pero me gustaba como objeto decorativo…. Casi siempre me enamoraba del objeto y lo guardaba, al menos durante un tiempo…no era que tuviera síndrome de Diógenes….Darles a las cosas tiradas una segunda oportunidad. La que yo misma me estaba concediendo como persona.
- Me trató como a una persona no como a una mierda… Esa mierda es la venta del alma al diablo. Cuanto más tiempo pasa, más te empeñas y te queda menos cantidad de alma…. Pero… él te protege. Algunos le tienen respeto por aquí, que si no…
- La sombra era la luz espiritual. El doble negativo del cuerpo, la imagen de su parte maligna e inferior.
- Habría que creer en los ángeles porque existían. La verdad, los demonios también, pero a ellos mejor no mencionarlos.
- …Buscaba algo que le despertara interés por la vida, que había perdido o que nunca había sentido.
- … No pudo dar por zanjada la discusión que, a pesar de su exquisita educación, había ido subiendo de tono.
- …andaba con la obsesión. Ya sabes, con los demonios revueltos como tu dices.
- Detectar el origen del virus, de su mala salud: Tos, dolores de barriga, diarrea, decaimiento, sin defensas...Protocolo: Subir las defensas... Anotar las recaídas en una libreta... Se enteró que era celiaca....todo sin gluten... esto la llevaría a mejorar...gluten tambien significa cola...
- Las buenas personas pueden ser generosas hasta con sopas de ajo
- Enfrentarme a la verdad, por dura que fuera… Recordar que la vida iba en serio. Subirse la autoestima.
- En otra vida: Se refería la vida por venir o la paralela dentro de una vida? Me aferraba a la presente. La paralela se me antojaba cuando escurridiza cuando insoportable. En mi propia vida ya había vivido unas cuantas vidas, podríamos llamarlas “reencarnaciones” así que no me daba por pensar en esas cosas de la vida después de la muerte. En cambio, la vida antes de la vida me parecía más verosímil. Puede que me diera menos vértigo..
- Me puse a cantar, como solia hacer cuando tenía presentimientos negativos. Se me vino a la cabeza aquella canción tan vieja de “Quisiera ser tan alta como la luna, como la luna, como la luna… callé, no me pareció apropiado cantar.
- Horribles presentimientos. Ese tipo de visiones desagradables me daban miedo, pero era incapaz de luchar contra ellas. No sabía si eso era videncia.
- Quedaba emplazado para otra vida (en la que por suerte, esas oscuridades se iluminarían, pues habría nacido con mejor estrella, es decir, con salud).
3 comentarios:
Querida Maite,
Acabo de leer su generoso comentario.
Lectoras así son un lujo; captando la desazón y el recogimiento de esa hora violeta; la lucha de Alicia en un país también de pesadillas...
Me alegro del gesto de mi madre, siempre generosa. Me es devuelto con sus palabras.
Permítame ofrecerle uno de mis relatos, "Té para dos", que podrá obtener (gratis) apuntándose a la lista del blog. No tema que sature su correo, solo informaré de futuras publicaciones, lo cual será excepcional.
Un abrazo.
Laura Antolín
Buena reseña con la historia detrás. Invitación a leer a Laura Antolín que no puede ser ignorada. La Hora violeta es un concepto muy interesante e inquietante...¡A leer Callejón con salida!! de Laura Antolín!!!
Gracias. Un gran detalle el de tu madre Laura. Cada persona que entra en nuestra vida nos enriquece. Ya me he subscrito para recibir el libro “Te para dos”.
Centré la reseña en la hora violeta porque de alguna manera dejó huella en mí. Muy recomendable el libro.
Un abrazo.
Publicar un comentario