Siempre
me explicaba mi madre que cuando me preguntaban que quería ser de mayor yo
respondía: Maestra. A los cuatro años antes de ir a la escuela ya soñaba con la
profesión. Jugaba a las maestras y me encantaba que los reyes siempre se
acordaran de dejarnos un estuche nuevo y algún libro de colegio.
Siempre
viví mi caminar de una forma natural, responsable y alegre. Yo nunca tuve
“miedo escénico” Ni en clase cuando estudiaba ni con los niños ahora que
ejerzo. Siempre pensé que de los errores se aprende y la
clase para mí es muy gratificante especialmente cuando las cosas funcionan y se produce ese aprender juntos, ese aprendizaje colaborativo.
Cuando
algo te gusta, se disfruta y se vive. Esa experiencia de abrir el corazón, de
sentirte bien, de abnegación, de entrega.
Comprobé
durante la trayectoria profesional que no hay que ser héroes ni pasionales y puedo decir que he sentido satisfacción de haber hecho lo que estaba dentro de mi alcance, esto me ha dado cierta seguridad y cierto éxito para mí pues de alguna manera me ha podido sostener en un estado armonioso y equilibrado.
Referente a la retroalimentación he tenido
mayor inquietud y sufrimiento que para compensarla digamos de una forma
cerebral me ha llevado siempre a estudiar y a escribir para poder lograr una
mejor sensación pues para mí siempre ha significado el trabajo, al igual que la vida, un aprendizaje y
digamos un desafío desde el punto de vista mental. Siempre he pretendido ser
exigente en este aspecto y poner lo mejor de mí misma intentando activa y
constructivamente mejorar las condiciones y siendo bastante leal, optimista y confiada procurando hacer lo correcto
por mejorar tanto individualmente como las condiciones de los centros en los que
he trabajado, organizaciones, etc.
A veces me pregunto sí el esfuerzo ha merecido la pena porque tampoco se trata de una profesión de las mejores pagadas, las hay con sueldos mucho más elevados, también encontramos trabajos con salarios más bajos. Examinando el recorrido realizado es muy interesante y aprendes mucho en los aspectos referentes a la tarea, al significado de ser maestro o maestra, de ser docente, al clima laboral, compañeros
y compañeras que te encuentras en el camino aunque no siempre todos los ambientes han sido
igual de agradables donde la moral laboral con el sentimiento de solidaridad de
grupo y participación en la necesidad de un objetivo común me ha debilitado
muchas veces las fuerzas, las ganas de continuar, la alegría y digamos la sensación de bienestar pues
he experimentado vivencias que no me han gustado. Y es aquí donde no he tenido sensación de
equidad respecto a la remuneración por el trabajo desarrollado y a los temores experimentados que me han impedido el despliegue de las capacidades expresivas
potenciales.
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