Tenemos
que entender el aprendizaje incluyendo dentro del mismo el error, como un
proceso, al igual que expone el modelo de análisis didáctico de errores "MADE" con
tres momentos de procedimiento: entrada, procesamiento y salida. Aunque el
error parece un desajuste, un fallo del proceso, hay que comprenderlo
y entenderlo a partir de los datos de entrada, la percepción y la comprensión,
cómo se ha organizado la información y realizado la tarea porque en realidad se
convierte en datos e información valiosa que hace que mejore la información y
la situación del aprendizaje. Nos es muy
útil no sólo como corrector sino como predicción y explicación.
Me doy
cuenta que ante los errores hay que también aprender a reaccionar pues te dejan
paralizada, sin capacidad para pensar y en la mayoría de los casos lo que se
hace es corregirlos dando la solución correcta. Y te preguntas ¿Cómo es posible
que haya cometido ese error? ¿Es posible que no lo haya visto con claridad o me
haya obcecado? Te das cuenta que siempre te culpabilizas y no tiene que ser
así, siempre estamos haciendo muchas cosas a la vez, somos humanos no
perfectos, y también creo que hay personas que se aprovechan de los momentos y
eso te hace confundir la mente y quizás razonar con claridad. Normalmente no
hay que insistir ante el error, es mejor exponerlo y se soluciona mucho más fácil
porque salta a la vista rápidamente. Igualmente les pasa al alumnado y eso es
lo importante el funcionamiento mental del mismo, por eso no darle tanta
importancia y según con quién ha sucedido es conveniente aclararlo en ese
momento o dejarlo para otro tiempo más oportuno.
A veces
explicamos un mecanismo, y te das cuenta de cómo han operado y han encontrado
la respuesta, a veces pensamos que son errores desde nuestras estructuras
mentales pero desde las suyas es diferente. Nosotros
tenemos que averiguar el por qué al error que es lo que abre la puerta al
aprendizaje. Nuestra
percepción también puede llevarnos a error pues es el resultado de una mala
interacción, a veces pensamos que se poseen conocimientos y habilidades o al
contrario que no se poseen. Aprendemos
todos pero no igual ni de la misma forma, y para aprender hay que querer tanto
alumnado como profesorado. Entiendo que hay que discriminar entre lo esencial,
lo principal y lo secundario, entre los hechos y las interpretaciones que se
dan a los mismos, y hay que ver que no te distorsionen ni deformen siendo el
componente afectivo fundamental en el aprendizaje y en los errores:
seguridad, inseguridad, confianza, desconfianza, ansiedad, autoconvencimiento, intuición, etc…
Entiendo que para una mejor profesionalidad los docentes tienen que tener saber en el ámbito que desarrollan pero también pedagógico y científico al igual que lo hacen los demás profesionales: biólogos, físicos, matemáticos, médicos, economistas. Términos como currículo, diseño, programación, sesiones, unidades didácticas, objetivos, contenidos, transversales, competencias, proyectos, creatividad, innovación, evaluación, etc… son palabras que parecen de uso común y corrientes y no lo son. Y por su relevancia, más que decir “va, yo paso de eso, para que sirve, etc.” Serian de una enorme importancia y repercusión porque también aprenderíamos distintos niveles de conceptualización y mejoraríamos nuestros procesos cognitivos, además que haríamos de nuestro trabajo una profesión segura, atrayente y en continuo cambio. Entiendo que tendríamos todos derecho a disfrutar de la misma.
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