Maria Dolores Avia y Carmelo Vázquez
Muchas veces me pregunto ¿Y
ahora? ¿Cómo disminuir el peso de los problemas, de las preocupaciones? Pues
aplicando el optimismo. Y es verdad que hay razones para ser optimista y para
darse cuenta de lo que atesoramos. Los avances científicos nos han permitido
luchar contra enfermedades, mejorar nuestro bienestar y calidad de vida, nos
han facultado para vivir mejor dando importancia al sentirnos bien venciendo fuertes
resistencias. La ilusión y el placer de aprender mejora nuestras emociones. Las
emociones al igual que el optimismo no es algo estático sino que es activo, dinámico y ambas reacciones van orientadas a adaptarse al ambiente y a la superación con
capacidad para evolucionar.
La principal función de las
emociones es que organizan nuestra actividad por eso hay que saber los efectos
que producen e intentar fomentar la capacidad de recuperarse frente a
dificultades y desengaños aplicando siempre el avance. No se trata de
conformismo ni de dar una pizca de sal a la vida sino de ser realistas, de
vivir con objetividad, de pensar ante situaciones complejas que somos
privilegiados en otras muchas. Saber nos conduce a un crecimiento, nos supone
un reto que nos enriquece, es la inteligencia emocional la que hace que podamos
trabajar y gestionar tanto las emociones como el optimismo haciendo que la
realidad nos oriente al equilibrio asegurando una sana confianza y un desarrollo natural. Quizás la intención es la superación día a día llevando a ese espíritu de mejora con renovación constante haciendo que podamos comunicar vitalidad y responsabilidad y recuperar fuerza y energía para continuar avanzando.
No hay comentarios:
Publicar un comentario