Hay personas que no se contradicen nunca.
Nada más tienen una idea durante su vida. Yo soy diferente. Aprendo de la vida,
con la vida, mientras vivo. Siempre estoy aprendiendo. Ideas y pensamientos que
he tenido ayer puede ser que hoy los considere erróneos. Quizás mañana me diga
¿Cómo he podido escribir este texto que estoy realizando hoy?
Claro está que luego te provoca
situaciones enredosas, decisiones embarazosas. Incluso en la clase con el
alumnado: “Es que ayer dijiste…”. Lo dije ayer hoy es de otra forma. Los
tiempos cambian y si escuchamos aprendemos a resolver nuestros conflictos y
enredos con sentido del humor.
Hay quien piensa que ser profesor es sólo
impartir clase. Imaginaros que llegamos a un restaurante y pedimos un menú.
Antes de servirnos los platos hubo un tiempo de preparación. Pues esto es
igual. Si nos apresuramos y precipitamos puede salir todo mal. Cuando nos
disponemos a diseñar el menú, tenemos que tener en cuenta muchos aspectos: nº
de personas, organización de ingredientes, presupuesto, productos con los
que contamos y que podemos utilizar, como servirlos, cuando, equilibrio en los
nutrientes, en la cantidad y en la calidad, etc.
Todo lo que hay que hacer
para preparar una comida es equiparable a una clase. Y tanto una como otra necesitan de un
feedback continuo.
En la cocina como en la escuela la teoría
es tan importante como la práctica. Es imprescindible tener teoría para poder
saber qué sucede. La teoría y la práctica, con unos ingredientes de intuición y
sensibilidad. Y si la teoría es propia y la comprobamos empíricamente mejor
porque nos asegura que lo estamos haciendo bien, qué hacemos lo correcto.
Os dejo con un video donde aparece el texto del poema: Y uno
aprende. Después de un tiempo de Borges.
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