
Las mejores palabras es el titulo del libro escrito por Daniel Gamper, profesor de la Universidad de Barcelona. De él se dice que no es un tratado pero podía ser muy bien un libro de texto porque aporta gran cantidad de conocimientos acerca de la palabra.
Nos da muchos conceptos de las palabras y de cómo se miden, que pueden ayudar ante enfermedades, prescribir remedios oportunos. Son importantes para hablar con sentido, para curar, para saber más de la realidad.
Es un libro de estudio no es de ficción sino que desea profundizar en la realidad de cada uno. Responde a la política y a la religión y nos dice lo que es la libertad, la familia, los niños, el ruido, el silencio, la escuela, la ciudad y lo que significa en relación con la palabra y se entienden los límites, los problemas, los retos, los miedos. Y se agradece al autor su saber y como lo plasma en el libro.
El confinamiento también ha servido para esto, para saber agradecer y además de poder ver las historias, para estar con uno mismo, ver la propia versión y que el verdadero sentido es la salud. Quizás ahí está el secreto en la gratitud porque el libro es una herramienta que puede transformar nuestra existencia pero como nos dice tampoco hay secreto porque vivimos al leerlo, al estudiarlo distraídos, entretenidos, mirando hacía adelante y sin detenernos "vivimos más que el presente la actualidad" renunciando al estrés. Y el texto nos habla de todo esto, que cada uno busca su propio paraíso, su propio progreso, cada uno es su propio problema y su solución y que la sabiduría amplía la existencia y el miedo la empequeñece y que es muy importante la propia satisfacción.
El libro es un buen manual que transmite información y te ayuda a comprender procedimientos de distintas situaciones. El lenguaje como apertura al mundo, como sistema de comunicación estructurado, el uso de la palabra, el esfuerzo de construir un futuro y en él la palabra está al servicio de la verdad. Nos dice el autor que "la palabra es para manifestar lo conveniente y lo dañoso, lo justo y lo injusto".
Y nos habla de la escuela y como tiene que funcionar, como filtro entre la sociedad y la familia. Es la que tiene que ofrecer un patrón general. El peso del civismo en los curriculums escolares es de suma importancia. La Educación tiene que aportar conocimientos pero da mucha importancia al respeto en nombre de la diversidad, de la neutralidad, a la seriedad, y a la posibilidad de ser buenos ciudadanos y que tiene que mantenerse inmune a la vulgaridad y al maltrato.
De la familia nos dice que es un horizonte de posibilidades, con sus ilusiones e incertidumbres, pero que hay que dar forma a las nuevas familias, la liberación de las costumbres, de palabras heredadas, la dificultad para deshacer nudos neuronales, que las nuevas generaciones tienen que construir unidades familiares sin manual de instrucciones, que la herencia que se recibe no es suficiente para los desafíos de la actualidad, que a los niños hay que enseñarles el valor de la palabra, saber elegir las mejores palabras pero que ellos también enseñan a sus padres lo que impera en esta selva de lo que todo se desconoce, que el silencio es la ausencia de la palabra y que es un silencio meditado que no nace del miedo y es aquí donde nos habla de la libertad y la libertad de expresión y que la escuela es la encargada de permitir que se hable, se razone, y se exteriorice, que permita una vida auténtica, que proteja la confrontación de opiniones opuestas, aunque parezcan complicadas, peligrosas por ser opiniones opuestas porque son mecanismos que hay que controlar y llevar a garantizar acuerdos, el sistema tiene que permitir esta concepción progresista sin restringir libertades. ¿Como va a poder actuar en sociedad, a modificar concepciones, si falta esta amplitud de miras, si existen límites obvios? El realismo no está cediendo aquí a la palabra, solo está creyendo en el silencio. Y esto dice el autor que nos tiene que preocupar porque se defiende la obediencia como si fuera la libertad, es como una manipulación de sentimientos, la simpatía emocional y sus enseñanzas. Se sospecha aquí cuando se exigen respuestas correctas a preguntas que admiten flexibilidad, decir lo que se quiere que se diga pero no lo que se tiene que decir, lo que se tiene que saber. Y esto forma parte también de la dignidad y de la autoestima. No se quieren disertaciones, sino obediencias y decir lo que consideran correcto. Es una doblez, un tipo de censura y así se dictan prohibiciones y se destruye la creatividad, la imaginación. Se pide entonces solo sumisión y se resiente así la intelectualidad y la interpretación de la libre expresión. Es decir, no se puede decir lo que el otro no quiere oír. La escuela y el deseo de mostrar otra manera de ver el mundo y aunque vaya en contra de los propios intereses que sea la verdad y que se pueda comprender. La escuela tiene que permitir que se pueda tomar públicamente la palabra, la libertad para protestar sin ofender. Es aquí donde la censura es nociva para la democracia porque obstaculiza, la palabra tiene que ser libre porque transforma.
"Se necesitan trabajadores competentes, adaptables, flexibles para comprender a las generaciones anteriores".
"Las escuelas tienen que ayudar a hablar con propiedad, a tener libertad de expresión, a estudiar".
El texto entre otras muchas cuestiones formula preguntas, tales como
- ¿Cómo educar después de Auschwitz?
- ¿Cómo mirar el pasado?
- ¿Cómo evitar la dominación de lo humano?
- ¿Cómo formular reglas de comportamiento no de acuerdo con lo colectivo?
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