Ayer acudí a la casa de cultura de Luanco a ver la representación “Parasoles barrocos” presentada por la compañía “El callejón del gato”. Constaba de tres obras del Siglo de oro de Francisco de Quevedo y Miguel de Cervantes que invitaban a pensar acerca de la edad, el compromiso en la mujer y la persona que habla mucho.
La primera era un entremés grotesco titulado “La ropavejera” que trataba de
una vendedora de la vida que remienda y compone lo deteriorado por la edad en
el cuerpo humano pretendiendo mejorar el aspecto físico desgastado por el paso
de los años en las personas.
La segunda se titulaba "Interludio de los gatos comediantes. La protagonista era una mujer y su anillo.
La tercera y última era un entremés de Cervantes titulado “Los
habladores”. Trata del dinero, de las traiciones, de las reacciones defensivas de la persona atacada y de las heridas que producen. Finaliza con una poesía sobre lo que significa el concepto de hablador:
Un hablador es matraca
granizada, que apedrea,
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torbellino, que marea,
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y furia, que nadie aplaca.
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Cuando otro hablador le ataca,
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calla por breves instantes,
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y con bríos más pujantes
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sigue... ¡Qué dicha, señores,
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sí todos los habladores
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hablaran como CERVANTES!
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