Uno de los objetivos de la
educación es la autonomía personal dónde la autodisciplina es tarea esencial.
Siempre se habla de la escuela como algo defectuosa y que si enseña o educa. Realmente
el alumnado va a la escuela a aprender pero algo tan natural como estornudar,
tirar un papel, caer un bolígrafo, sonarse los mocos, etc… pueden provocar
conflictos importantes de resolver desde edades tempranas.
Si son importantes los conceptos
de optimismo y motivación en la escuela
lo es también el concepto de voluntad para explicar los instintos y el
comportamiento humano.
Sería estupendo que todos
funcionáramos en armonía, con tranquilidad y responsabilidad. Hay momentos que
por alguna circunstancia las personas se alteran, se enfadan y discuten. Y
proceden de forma agresiva y violenta. Como docentes sabemos que una forma de actuar así es una incidencia que hay que analizar, escribir y solucionar de
una forma razonable. No podemos dar la espalda a comportamientos inadecuados e
incívicos porque socialmente no interesa a nadie y yo no estoy de acuerdo con
el castigo porque genera resentimientos, miedos, y reacciones adversas e
inesperadas. Para evadirse del castigo mienten y culpabilizan generando
situaciones difíciles. Desde muy temprano hay que enseñar lo que está bien y lo
que está mal, la sinceridad y la honestidad así como la necesidad de aprender
tanto lo que gusta como lo que no gusta. Y este es el contraluz de la realidad.
Todo tenemos que mirarlo también desde su lado opuesto.
Es de vital importancia que conceptos
de responsabilidad, de obligaciones y deberes sean reconocidos por el alumnado
pues no siempre pueden hacer lo que desean ni frustrarse si no obtienen lo
esperado. También es cierto que en las aulas al igual que en los centros,
papeleras, agua, pañuelos… deben de estar a disposición del alumnado para que
puedan recurrir a su uso en caso de necesidad.
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